Astorga 1970
Sala de Exposiciones del Instituto de Enseñanza Media de Astorga
Del 23 al 30 de Agosto de 1970
José Luis Herrero o la sensibilidad a flor de piel
El viernes pasado escribí una nota sobre José Luis Herrero.
era un apunte anticipativo, con memoria de futuro y de pasado. Y no me equivoqué. Porque lo que tiene Herrero es baches, Es su sensibilidad, afinadísima, y su homero particular», su inspiración, no dormita, porque no depende de saltos ni de rinconerías, Su arte lo lleva en la imaginación, en la retina, en ¡a destreza de pintar al fiomaster, en la exquisita búsqueda del rincón, en la concentración. Y es difícil que le falle nada de todo ello. Y de la suma de estas presencias tenemos un espléndido resultado la exposición que se exhibe, en el Instituto de Astorga.
No me maravilla que ya el primer día haya tenido que colocar debajo de bastantes de sus cuadros, el cartelito: Adquirido. No me maravilla, porque nada más entrar te sientes prendado en el embrujo de sus interpretaciones.
El paisaje astorgano tiembla en los toques concretos que ha sabido dar a nuestros edificios más caracterizados Pero aún en ellos la piedra tiene una calidad de piel en temblor. Casi se palpa a distancia. Parte Herrero de una confrontación de la realidad, pero deja en ella una sustancia especial, una tinta que esta mojada en corazón. Y por este motivo no falla; el impacto es decisivo. No es su Interpretación muy libre, pero si es sentida.
Yo veo que José Luis Herrero ha sabido estar tono con los versos de Machado y con la prosa de Azorín. Yo diría, por pasarme a las letras, que en sus
cuadros hay mucho de Azorin. Y más en los directamente astorganistas, en los que se han recogido, teniendo por modelo los pueblos cercanos de Castrillo, Rabanal del Camino,
Morales.
19 Flomaster
2 Esmaltes
El juego de la luz y de la sombra, en los hastiales antiguos, en las bardas casi hechas cemento de adobe gredosa y silente, en las portadas que crecen desde el pasado, en las espadañas con clgüeñas, en las calles angulosas, traen una interpretación castellana, que tiene mucho que ver con Azorín y que en su día también dió cosecha pictórica en nombres, como Nonell, Zubiaurren o Zuloaga.
Estos eran más negros, menos líricos. Se traslucía un concepto pesimista del mundo y se adivinaba ante la desaparición de los pueblos la sublevación de la injusticia. Los paisajes maragatos de Herrero más que sublevadores y sociales son sobre todo líricos. Hay mucho amor en ellos. La pupila se remansa con delectación estética, y aspiran, en lo posible, con su impresionismo a ser arte por arte.
Herrero ha construido unos, cielos llenos de manchas, pero, en el fondo limpios. Solo cuando el sol revienta, el cuadro se llena de luces totales; es decir, casi casi queda cegador y blanco.
En la exposición de Herrero podemos hacer un peregrinaje astorgano que nos proporciona un rincón espléndido, con la Catedral al fondo, y San Esteban, Las Emparedadas. Santa Marta la Rectoral y hasta la antigua Federación Agraria. Ahí el aire es limpidísimo. Casi es táctil la torre, mientras que se arremolina de Otoño el jardín de los Panero, o se manifiesta en su rotundidez la triple presencia de la muralla patinada, del ábside gótico y de la blancura deslumbrante del Palacio.
Astorga y sus pueblos son la presencia más Inesquivable de esta exposición. Pero no juzgamos la anécdota, que nos puede apartar de las calidades pictóricas, sino que percibimos toda, una fecunda sensibilidad en los mil matices, en lo que pudiendo haber sido solo apuntes, y buenos, han pasado a una categoría especial de plenitud.
José Luis Herrero ha comenzado a utilizar la técnica del flomaster. Y la maneja, como pocos en España. Sin dejarme llevar por ningún parcialismo, diré que como nadie. Y así no es nada extraño que sus cuadros se hallen esparcidos por el mundo. José Luis Herrero, se coloca ante algo que nunca haya visto, y enseguida le saca la punta. Es decir la hace vibrar líricamente, casi machadianamente. Se encariña con aquello que le va a su sensibilidad y tiene la potencia pictórica de no defraudar.
Ahora, mientras expone en el Instituto de Enseñanza Media, continua pintando Su afán viajero le ha llevado a la soledad de Santiago de Millas. Y sin duda que, en sus cuadros futuros, ve remos algo de esa melancolía de pueblo muerto, de villa del pasado, amada con ilusión.
José Luis Herrero tiene una forma especial de ser poeta, y lo ha demostrado con esta exposición que está a caballo de la pintura y del dibujo, pero tiene más calidades de aquella quede éste. Sobre todo su contenido es lo mejor: no se nos da ninguna naturaleza muerta; ninguna piedra, si no es llena de alegría. De esta alegría rezumante que podemos llamar lirismo de la melancolía.
ESTEBAN CARRO CELADA.
"La Luz de Astorga" (26-08-1970)
Catálogo Exposición
Aparición en medios
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