Herrero o la magia del trazo
Herrero o la magia del trazo
 

Valladolid 1989

Sala de Exposiciones del Banco Bilbao Vizcaya de Valladolid

Del 2 al 12 de enero de 1989

Mi amigo el pintor

        

Me le encuentro en Mosén Rubí y le pregunto qué anda buscando por aquí en esta mañana dominguera, mas bien brumosa y destemplada, por más que a un pintor interrogarle, en este sentido, sea un tanto superfluo.

 

Mi amigo el pintor, no hay que decirlo, busca rincones poéticos, recovecos históricos, encuadres con perspectivas artísticas. Me dice que le acompañe.

 

—Ven, te voy a enseñar. Fíjate —estamos bajo el arco del Mariscal— si coges la parte superior del arco y todo este fondo, palacio, conventos y la Cruz ya casi pegada a la muralla. Que buen enfoque, que bella perspectiva.

 

Sin duda, esta plaza de Fuente el Sol es digna de trasladarse al lienzo y no será la primera vez que se hace, tras la captación de su encanto por un pincel experto. Esto es lo importante, mantener viva la sensibilidad para el descubrimiento y el goce estético.

 

Mi amigo el pintor me señala un nuevo encuadre y me dice que me va a. llevar a otro lugar que yo no he transitado mucho.

 

 

6 Óleos

9 Plumillas

21 Flomaster

 

Sin bajarnos del coche, tengo que reconocer que está en lo cierto. Desde este lugar se contempla una de las más bellas panorámicas del lienzo norte de la muralla.

 

Sin embargo, se inquieta, se indigna, se subleva. Y me dice que, muchas veces, para pintar hay que elevarse, hay que superar, en cierto modo, el entorno. Tenemos frente a nosotros un artilugio técnico que rompe toda la gracia paisajística. Otras veces es un chafarrinón o un desaguisado urbanístico. Casi siempre hay algo que impide al artista ser fiel a un planteamiento previo, en su afán de conseguir, con limpia nitidez, la belleza que le rodea.

 

Me contagio de este entusiasmo y esta indignación de mi amigo el pintor y así se lo hago notar. El sonríe y, con cierta ironía, me dice que no siempre se entienden bien estas cosas.

 

Algunos dicen que estoy "chalao". Bueno —vuelve a sonreir— a mi todo esto, subraya con un gesto despectivo, me importa tres pepinos.     

 

Le he agradecido me llevara en su coche allí donde normalmente, suelo ir andando porque creo que, mientras sea posible, es bueno estirar las piernas. Pero lo mejor ha sido este cambio de impresiones e inquietudes estéticas.

 

No sé por qué me acuerdo de Gutiérrez Solana, hombre bifronte, pintor y escritor, cuya pintura original, encuadrada en una temática muy personal, está salpicada de grandes claroscuros y de un ostensible pesimismo, al igual que en lo literario está marcado por la influencia de la generación del 98. Su cuadro "Carnaval en la aldea" o su libro "La España negra", reflejan esa insatisfacción y ese desasosiego, que estigmatiza al artista ante el deseo y lo que se abre ante sus ojos, llevándole hasta el esperpento. Algunas veces he pensado si estos condicionamientos no influirían en esas sus dos predilecciones parisinas, un tanto morbosas, el barrio judío y la morgue.

 

ALFONSO SOTO BARDERAS

"Diario de Ávila" (25-05-1988)

 

Catálogo Exposición

Cartel Exposición Herrero. Valladolid 1989
Catálogo Exposición Herrero. Valladolid 1989
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Aparición en medios

Mi amigo el pintor. "Diario de Ávila" (25-05-1988)
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Obra expuesta

Óleo

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