Del 15 de Septiembre al 3 de Octubre de 1995

A José Luis Herrero

Allá por el mes de julio, me quedé helado al recibir la noticia de la muerte de Don José Luis Herrero. Días antes habíamos estado preparando el catálogo y los días de su exposición. Y, como siempre, discutiendo fechas. Las suyas preferidas eran cuando se celebran las fiestas de la Santa.

La exposición se ha realizado, pero él ya no está con nosotros. Fue una sensación rara el contemplar esta exposición, porque no noté ninguna sensación, como si no hubiera pasado nada, como si todo hubiera seguido igual.

Allí estaban esa cincuentena de obras. Como siempre, me llamaron más la atención las plumillas y el flomáster, así como las acuarelas. Como siempre, se habían agotado los catálogos y los carteles. Siempre se me quejaba de que la gente aprovechaba sus catálogos y carteles para enmarcarlos, aunque sus precios nunca habían sido caros. Y salí de la exposición pensando en Don José Luis Herrero y las preguntas que tendría que contestarle sobre la exposición.

Seguía pensando que aún estaba con nosotros. Y no estaba equivocado, porque allí estaba su espíritu, su alma, sus ganas de vivir y su mensaje. Un mal fario se había llevado a José Luis, no su espíritu.

EL ÉXITO

La exposición ha sido un completo éxito por lo que ha hecho disfrutar al gran número de abulenses que han pasado a visitarla o pasarán hasta que se clausure el próximo día 3 de octubre.. Lo que nos habla del cariño de la gente para con Don José Luis Herrero.

¿Por qué la gente quería y admira las obras de José Luis Herrero? Porque era un pintor mágico de nuestras calles, nuestros monumentos, nuestros paseos o nuestras casas. Era un escritor con imágenes.

Estando hace unos años preparando una de sus numerosas exposiciones, un compañero le pidió un autógrafo. Don José Luis pidió un folio, le preguntó para quién era el autógrafo y donde vivía. Sacó su rotulador y comenzó a escribir. Empezaron a mezclarse letras con líneas, con puntos, con trazos, con sombras, con dinteles de puertas, con tejados. Y terminó con esos trazos firmes para hacer la H. 

45 Óleos

9 Acuarelas

13 Plumillas

11 Flomaster

Cuando le entregó el autógrafo, no habrían pasado dos minutos, se encontró con un dibujo de su calle y su firma. Le había hecho la mejor dedicatoria que nadie puede sospechar: una pequeña joya no para guardar, sino para enmarcar.

Autodidacta de la pintura, Don José Luis había conseguido llegar a verdadero genio de la escritura. Como ha reflejado las calles de Ávila, los rincones más bellos, los paseos más largos, las murallas más abulenses o los árboles más secos. No pintaba, contaba las cosas que su retina estaba contemplando. 

Era rápido en su forma de expresarse y directo. No podía pararse. Porque no dibujaba, escribía, pero qué escritura, como aquellos amanuenses de los conventos trapenses, pasó su vida contando cómo era Ávila, detalle y rincón por rincón.

Pocas casas abulenses no tienen un cuadro de José Luis Herrero. Pocas instituciones abulenses no adornan sus estancias nobles con un flomáster de José Luis Herrero. La gente abulense supo comprender su trabajo y admirarlo. Fue un profeta en su tierra, que ya es decir.

OTROS DERROTEROS

Nunca podremos agradecer a estos artistas locales el cambio artístico de nuestra ciudad. Ellos hicieron el milagro de que en las casas abulenses se cambiaran las laminas de Explosivos o estampas religiosas por cuadros. Uno de ellos, sin duda, fue José Luis. Herrero..

Quién podría pensar. allá por los años 50, que en Ávila se decorarían muchas, muchas casas con cuadros y no con estampas. Era un lujo asequible a muy pocas personas. Pero ellos, con trabajo y tesón, con el entusiasmo de los principiantes y haciendo verdaderos esfuerzos, lograron introducir su obra en una inmensa mayoría de hogares abulenses. Truncaron la tradición de que a este tipo de valores solamente pueden acceder las minorías.

Cuántas veces tendremos que acordarnos de estos hombres que tantos caminos abrieron, que tantas estancias decoraron, que tanto hicieron para que todos nos acercáramos al arte, nos acostumbráramos a visitar exposiciones y pudiéramos contemplarlo en nuestra propia casa.

FIGURA BONDADOSA

Hoy ya no contamos con unos de ellos: José Luis Herrero, esa figura bondadosa y amable con su bastón y esa cojera pertinaz que le hacía más humano. Nunca se daba importancia. Siempre pedía un mejor catálogo, como si tuviera la sensación de que no se le hiciera mucho caso, siempre esforzándose para mostrar mejor sus obras, siempre querido y siempre entrañable.

Es difícil que las próximas generaciones olviden su nombre, porque sus obras son su mejor tarjeta de visita y están colgadas en todas las casas e instituciones abulenses. Por ello, su recuerdo permanecerá vivo entre nosotros y, por ello, se habrá ido un poco menos. Y, de esta forma, podremos ofrecerle este respeto y admiración que, por estar próximo y hacérnoslo ver tan fácil, no le tributamos antes.

ANTONIO CARRERA

"Diario de Ávila" (30-091995)